Des
de mi entrada en el mundo profesional y últimamente con la ayuda del twitter y de los blogs, he intentado
seguir a gente muy dispar dentro de
mi(s) profesión(es) , siempre des del respeto y muchas veces admiración, con la
intención de estar al corriente de que pasa en nuestro fantástico mundo. En
general (y por suerte) , la experiencia ha sido enriquecedora: acceso a artículos
científicos, opiniones de gente muy interesante... pero desgraciadamente y
últimamente en estado creciente, también me he encontrado con los talibanes de
nuestra(s) profesión(es).
Es
difícil de por si, convivir entre dos
profesiones semejantes, con algunas diferencias claras de origen y principios y
a la vez grandes similitudes, y si
bastante complicado es, para mejorar la paz y convivencia y acercar posiciones,
solo faltan ellos: los talibanes de
nuestra(s) profesión(es):
Por
un lado los dioses osteópatas, capaces de faltar al respeto al resto de
profesionales de la salud, capaces de presumir de estar por encima de los
fisios (y de cualquier alma viviente) y
con vocación de médico frustrado, capaces de afirmar en público que los fisios
no tienen tacto, capaces de expulsar a miembros de su registro porque se codean
con fisios, capaces de despreciar lo que ellos consideran que no es osteopático
(a veces me gustaría saber con que criterio), capaces de afirmar que con su prepotente
tacto (el que no tienen los fisios) pueden saberlo todo, capaces de olvidar su
origen y por lo tanto de perder su identidad…
Por
otro lado los súper fisios, capaces de menospreciar todo lo que ellos
consideran paranormal (prefieren llamarlo paramédico), sea osteopatía,
acupuntura, homeopatía (y a ellos que les importa la homeopatía?) olvidando los
grandes agujeros que existen al respecto en el mundo de la fisioterapia, capaces de hablar de evidencia científica sin
haber hecho ni tan solo leído un ECA en
su vida, capaces de afirmar que 1500 horas no sirven para nada, capaces de
obsesionarse con la palabra Osteopatía, capaces de olvidar su destino y por lo
tanto de perder su condición.
Estos
son los talibanes de mi(s) profesión(es), gente capaz de hacer que aborrezca el
nombre(s) de mi profesión (es), por lo que a partir de ahora quizá me haré
llamar diplomado en espinología o Espinólogo D.O. , pues quizá así (aunque lo
dudo) me dejaran disfrutar, en paz, de
mi auténtica profesión!!